sábado, 28 de noviembre de 2015

Algo falla en esta sociedad, donde hoy alguien te saluda, te sonríe y te da la mano, y mañana todo ha cambiado, una mirada recelosa, un pensamiento esquivo a lo que antes era y ya no es, donde sus labios ya no gesticulan palabras afables sino todo lo contrario, comienzan a sonar entre líneas términos. Los cuales dañan el oído. Donde antes había un pensamiento bueno hacia tú persona, hoy ocupa a juicio rápido otros que no concuerdan con los anteriores. Actuamos al son que vivimos y nos juzgan al son que actuamos, sin pensar en que hacemos y sin que pensemos realmente porque lo hacemos. Creamos prejuicios y cerramos nuestras puertas sin razón lógica alguna a quien actúa de forma diferente a como nosotros lo haríamos y todo por enorgullecer nuestra ansia de juicios sobre el resto. Tomamos palabras y pensamientos a nuestro libre albedrío para después unirlos y obviar de nuestra vida a personas que ayer formaban de alguna manera parte de ella. Solo me pregunto si no sería más bonito, inteligente, sabio, respetable, maduro, moral que por un momento fugaz todos pensemos que debamos dejar siempre las puertas abiertas a todos y conocer uno por uno a aquellos que nos rodean, que nos han rodeado o que nos rodearon alguna vez y entenderlos. La razón tiene muchas encrucijadas las cuales creemos entender no siendo así. Dejemos de creer en nuestra propia y egoísta razón, porque cuando consigamos eso y entendamos la esencia de todo comportamiento, podremos ser un poco mejor con nosotros mismos.

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