jueves, 21 de enero de 2016

Hacía tiempo ya que no me dejaba llevar de esta manera. Bueno, de esa manera. Sé que fue igual de efímero que la mecha de un petardo. Pero es lo que me llevo, eso que ocurre tan solo a veces. Y he de decir que menos mal. También menos mal que no me paré a pensar, que me dejé llevar, que no pensé en lo que podría acarrear todo eso. Que sí, que quizás si me hubiese puesto a pensar en lo que traería todo ello no lo hubiese hecho, pero me hubiese quedado con las ganas y ahora no. No hay ganas. Solo un recuerdo feliz, un deseo de volver al mismo sitio, a la misma hora y de la misma forma. Que todo se va a quedar ahí pero no puedo más que sonreír cada vez que lo pienso. Y es que pocas veces me había dejado llevar como lo hice, había sido tan valiente como fui. Tuve dos cojones para plantarme delante y hacer lo que en ese momento no podía dejar de hacer. Que nadie lo va a entender y quizás eso sea lo que más me gusta. Que solo ambos y algún que otro testigo más sabemos lo que nos gusto que se nos erizase de aquella manera la piel. Y no puedo negar que aún se me eriza cada vez que lo pienso.

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