viernes, 25 de diciembre de 2015

Si me pides tiempo te prometo que lo encuentro, que no me faltan motivos, y lo despierto si en el reloj se ha dormido o se lo cojo prestado a los domingos. Si me pides tiempo, tengo cielos enteros. De todas las estaciones. Con nubes que nunca lloran. Que tienen forma de horas. Que no dibujan sombras, y nos dejan, por fin a solas. Es cierto. Me sobra tiempo. Demasiado. Pero no para echarte de menos ni convertirlo en un juego. No para volver a ser dos extraños y hacernos más daño. No para darnos una tregua ni siquiera para esperarte en el primer pétalo de la primavera. No tengo tiempo para vivir entre dos cuerpos paralelos. Para venderlo por recuerdos, enredarnos los peros y encadenarnos al rencor. Para eso no. Tampoco para que caduquen mis besos. O para irme lejos y dejar la puerta medio abierta por si nos apetece luego. No tengo tiempo para confiar en esto. Para pisar el freno. Para alojarme en otro nombre que no sea el tuyo ahora que estoy a gusto. Ahora no. No quiero excusas cobardes, del color del humo, que no creen en el amor ni siquiera cuando tú y yo estamos juntos. No tengo tiempo para encajar fragmentos sueltos, a ratos de ilusión y a ratos, de hielo. Qué quieres. No puedo. Imposible. No existe término medio. Además, no entiendo esta confusión si al mirarnos, nos sale el sol. A los dos. Así que si me pides tiempo, hazlo sin permiso pero sobre todo sin miedo, para atrevernos al sentimiento y al resto. Si me pides tiempo, yo me rindo al momento y te entrego todo el que tengo aunque me quede sin nada por dentro. Pero si me lo pides que sea para lo nuestro. No tiene más misterio, en serio. Que yo el tiempo solo lo quiero para hacernos eternos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario