sábado, 28 de noviembre de 2015

Lo repito, por si no queda claro.

Están los que usan siempre la misma ropa, los que llevan amuletos, los que hacen promesas, los que imploran mirando al cielo, los que creen en supersticiones, y están los que siguen corriendo cuando las piernas les tiemblan. Los que siguen practicando cuando se les acaba el aire, los que siguen luchando cuando todo parece perdido, como si cada vez fuera la última vez. En esos cuerpos hay la misma cantidad de sangre, lo que les hace diferentes es su espíritu, la determinación por alcanzar la cima, una cima a la que no se llega superando a los demás, sino superándose a uno mismo. Sufren pero no se quejan, porque saben que el dolor pasa, el sudor se seca, el cansancio termina. Pero hay algo que nunca desaparecerá, la satisfacción de haberlo logrado.

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